En este planeta, extraño, donde soy una extraña, hay muchas cosas diferentes. Diferentes, o nuevas. Que siempre estuvieron aquí, pero que para mí son nuevas porque soy la que llega ahora. Mi ahora es su siempre.
No hablan ruidosamente en el metro, ni en el bar (el café). O lo hacen solo con justificaciones contextuales. Como si la emoción no les desbordase y les saliese a flor de piel, en gritos de júbilo o contando anécdotas a voces aunque estén sentados a una distancia mínima pero te hablo como si estuvieses a veinte kilómetros. Y no por la mera jalabaría (un par de veces me pasa que invento palabras porque el vocabulario que tengo no me llega para expresar lo que quiero. No que yo sea inteligente, es que esa palabra existe, pero yo la desconozco por excesiva ignorancia) de vivir con el volumen de la alegría, o del cabreo, bien alto. Pienso que hay sitios donde la vida se vive más intensamente, y eso se nota inevitablemente en la voz. Pero aquí no.
No cantan, flamenco al menos. Cantan fado. Lloran cantando. Lloran hablando también. Las mujeres tienen una voz irritantemente aguda, como si estuviesen siempre "resmungando". Como el lloro de un chihuahua lastimado. Los hombres, son machistas: João, Nuno, Tiago. Las mujeres, también. Joana, Catarina, Rita, Andreia. Todos son machistas.
Viven en un tiempo donde convive la costumbre de marcar en la agenda un jantar con el padrino. En la agenda del smartphone.
No es fácil improvisar. No está a la orden del día.
La clase política no les supone el pan y circo que a nosotros. Parece, diríase, que hasta hacen su trabajo, que es no dar la lata. Si bien es verdad que desde que vivo aquí no veo la tele.
Come-se maracuyá. Sopa sem batata. O menú completo (sopa, prato do dia, bebida, café) custa seis euros. Bebem café a noite. Cravos no 25 avril. O amor é metálico. Gostam se irritar na vida privada. Nós irritámonos tanto em privado como no público.
En este planeta, extraño, donde les falta una guerra civil, se comportan como civiles.
Donde el machismo mata también, y mi privilegio no me deja ver a través.
Estoy en casa.