4 de junio de 2012

Por hacernos daño

Alba no se viste de sonrisas caducadas
al fondo de una almohada que nos gane en la calvicie.
Alba no se cobra las horas por deber,
lo hace por adicción a malgastarlas con una colonia
que a su razón le hace las veces de cloroformo.
 
Alba no escapa de la jaula para sentir la libertad
siente la verdadera libertad entre rejas
con un columpio para dos periquitos en el centro.
 
Alba no paga deudas, se excita contrayéndolas,
si las paga es porque la moneda de cambio
bursatiliza en la bolsa del sexo.
Tampoco llora por ella, si en ella
no entras tú como unidad.

No es infiel a las cosquillas en la cama,
ni a los zumos de naranja en la cocina
y el sol de las 11 lamiendo sus piernas desnudas
que tu camiseta ancha dejan al deseo
mientras su deseo te lame entero con la mirada.
 
Dios sabe que si está casada con algo,
es con la tapa del retrete subida
o con renunciar a uno de los lados de la cama.
 
Y yo, que soy más libre cada día
y me dedico a abrazar la ausencia de una compañía
que me despierte con besos en la nuca,
ni soy Alba, ni quiero volver a serlo jamás.

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