O todo lo contrario.
Que era demasiado pedir que recordases
la conjugación del verbo amar en primera persona del plural.
Que el amor que respirases por mi boca
dejase su sabor en tu lengua los suficientes días
para no perderte en la primera macedonia de lolas.
Supongo que no me esneñaron en ningún colegio
(y he estado en muchos) que disney miente más sobre el amor
que una mujer en sus orgasmos.
Tú tenías los míos regalados,
nos teníamos a ambos regalados,
no creo que
Parecías desnudar el infinito en mis pupilas
y alcanzar la eternidad con cada suspiro entre mis labios.
Siempre escuché que quien dice antes te quiero
sufre antes las cuchilladas del contrario.
Tampoco me enseñaron a desconfiar del dicho popular.
Y empezamos a coser tardes con el monopolio
de nuestra compañía, y parecía dolerte más que a mí
que la noche no tuviese más horas
para adiccionarte a hacerme dependiente.
Tiene gracia, que te conociesen por tu destreza en bolsa
y todas las acciones que invertimos en los dos
se devalorizasen por tu culpa,
y ahora sea yo la que mendiga limosna al olvido.
Porque pagaría, si tu inexistencia en mi memoria
fuese adquirible con dinero.
Pagaría si el amor fuese un virus con vacuna,
si no fuese amor de esta forma.
Amor en que el sexo sólo es masturbación con compañía
amor en que la dignidad de uno se lo juega todo
a un farol emocional de strip-póker.
Lo que sí aprendí en la escuela
fue que los niños dejaban de insultarte si no te ofendías;
así que me puse el uniforme de indiferencia
pero me salió tatuado el de odio.
La materia solo se transforma, dicen;
yo debo estar hecha de toda la jodida tabla periódica,
cuando no me salen otra cosa que sustitutos
donde otro día quise todo lo que tenía que ver contigo.
Y lo hubiese seguido haciendo,
hubiese llegado a la cima del Everest contigo
de la montaña rusa más alta del mundo
o de donde tú me pidieses.
Pero no me pediste nada.
Ni vas a volver a pedirme algo.
Ni puedo seguir imaginando cómo evitar
el odio incondicional de tus padres.
Ni puedo seguir inventando tus regalos de cumpleaños.
Ni puedo seguir perdiendo el tiempo pensando
de qué formas arrancarle a tu desenfreno
un 'te necesito'en nuestras camas.
Sólo puedo seguir amando lo que fuimos,
y odiarte por cargarte lo que hoy, ahora,
sería un primer algo con tus besos.
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