No me destroza que me llames 'puta'
pero sí que no me llames nada.
De hecho, prefiero ser para ti, puta,
zorra, víbora,
a no ser más que un nombre de mujer.
Eso sí que duele.
El problema de querer ser tu 'perfecta'
es que hay millones más perfectas que yo.
Que mientras agarro puñados de pañuelos
para que mientan sobre el tamaño de mis pechos
hay millones de pechos que tienen la erección por ley.
Si después de haber conocido montañas
te resistes a abandonar las dunas de mi torso,
voy a tener que anular el contrato
al sicario que persigue tus fotos.
Voy a tener que volver a beberme las noches de tu boca
y a dejar que te fumes de una calada mi respiración.
Voy a volver a poner como punto y final a los orgasmos mudos
el 'crack' de los dedos de mis pies
en la primera noche que me acompañes.
Voy a volver a necesitar espinarte la piel
con un golpe definitivo de cadera;
y a marcarle a mis labios
un camino de peregrinación por tu cuerpo.
Si después de haber conocido Adéles,
Charlottes, Clementines,
prefieres que siga siendo mi nombre,
sólo querré serlo si te sale de los ojos.
Hasta que vuelvas a no llamarme nada,
y yo pida tu suicidio definitivo en mi cabeza;
sin funeral, ni flores, ni nada.
''Qué difícil intentar salir ilesos de esta magia en que nos hallamos presos'' Joaquín Sabina.
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