Desde la luz del el frigorífico abierto de la cocina Claudia rompía esa noche la oscuridad de su apartamento. Llevaba abierto el primer botón de su camisón de tirantes de los sábados, que últimamente compartía con los domingos, lunes y resto de días de la semana. Aquel camisón contaba demasiadas verdades sobre Claudia como para que, después de verla, cualquiera se considerase un mentiroso. Cualquier día el camisón podía ser el pistoletazo a dormir desnuda, o a no dormir.
Pero yo no le había dicho cuándo pensaba volver, ni si pensaba realmente hacerlo.
Lo único sincero que debo haberle dicho es que mi postre favorito son las fresas con nata, pero jamás recuerdo haberla llamado por el nombre de ninguna fruta. Y Claudia se levanta otra noche de madrugada, abre el frigorífico con el camisón medio puesto, comprueba que el bote de nata sigue sin estrenar en el segundo estante, y vuelve a acostarse. A soñar con esta forma de mujer que nunca quiso compartirle sus sueños.
31 de octubre de 2012
16 de octubre de 2012
Brevedad breve
Hoy el agua lleva tan poca fuerza,
que el río parece saber que va a morir al llegar al mar.
Yo lo contemplo buscando
el punto en que tú y yo desembocamos.
Hoy el viento ha quedado afónico para los demás,
aunque a mí siempre me silve tu nombre.
Hoy me quito yo la ropa al llegar a casa,
y al meterme en la cama he empezado a usar el pijama.
Ayer se vuelve una empresa de cobro a morosos,
y tú apareces vestido de frac.
Si apareces.
que el río parece saber que va a morir al llegar al mar.
Yo lo contemplo buscando
el punto en que tú y yo desembocamos.
Hoy el viento ha quedado afónico para los demás,
aunque a mí siempre me silve tu nombre.
Hoy me quito yo la ropa al llegar a casa,
y al meterme en la cama he empezado a usar el pijama.
Ayer se vuelve una empresa de cobro a morosos,
y tú apareces vestido de frac.
Si apareces.
24 de agosto de 2012
Tango a la isla del blues
Nombre era un tipo del que nunca me hubiera gustado enamorarme. Por lo general, me gusta diferenciarme del resto de mujeres.
Nombre inspiraba ser una amenaza para Rick Blaine en cualquier escenario que recordase a Casablanca, y cada dama del lugar no tuviese más remedio que reescribir un final del guión, en el que la torre Eiffel quedase ridiculizada frente al paisaje del torso desnudo de Nombre vistiendo sus pieles sin bisutería ni ligas.
Sonaba 'Koop Island Blues' en un cabaret de kilómetro 33 en la carretera del escape a la tristeza del matrimonio y las familias rotas. Aquella noche no hubo número de can can, ni la voz dura de alguna joven cantante por algún capullo que le ofreciese atajos a la fama. Aquella fue una noche de dar de comer al tocadiscos, y que éste vomitase una melodía por cada moneda mugrienta que tragaba. Había un borracho que había llorado dos monedas por una tal Rosa.
Yo no llevaba recuerdos encima para echar en ninguna máquina. Hasta la noche, el martini se estaba encargando de diluirlos junto al hielo; pero de haberlos tenido, tampoco había compartido ninguna canción con nadie que hacer sonar en un cabaret. Hasta que Nombre hizo sonar 'Koop Island Blues' y yo me encontrase a aquella joven forma de hombre en gabardina observándome desde el tocadiscos, como si supiese que iba a reaccionar con aquella canción.
Debió ser por que fui la única mujer (si a su lado merezco ser llamada así) del cabaret que no dejó escapar un suspiro al verle conquistar sin quererlo el lugar de madrugada, por lo general nadie que pasaba por allí me arrancaba la atención del alcohol. Lo que me impidió suspirar del todo fue ver que andaba hacia la pequeña mesa apartada donde yo estaba, y eso sí que no lo merecía; igual que la camarera no merecía que yo la imaginara chillando de dolor cuando se acercó a servirle con el vigésimotercer 'cariño' de la noche.
Nombre conquistaba el aire, a mí me traía al fresco lo galán que pudiese ser, de lo que yo escapaba por rutina, era de los hombres, y Nombre sólo incrementaba mis ganas de desprenderme de ellos. Siempre odié adiccionarme a cualquier cosa. Lo único que pude hacer fue preguntarle de qué escapaba él en aquel kilómetro de carretera.
-Escapo de mí mismo.- soltó torciendo una sonrisa el muy autosuficiente.
-Yo también escapo de ti.- se me ocurrió soltar recostada en mi silla, con toda la frialdad que el calor que Nombre me provocaba me permitió fingir.
Si algo pudiese haberme terminado de arrebatar fue la indiferencia y diversión con que se tomaba mi desprecio, y justo sentado en frente de mí soltaba una irritante risa que me dolía en los pulmones.
-Si yo fuese tú- empecé dura antes de que el color de su voz me venciese el pulso- en lugar de huir de mí, estaría prometiéndole a alguna talla 90 ir mañana al cine de la mano mientras tengo sexo con ella, y mañana largarme de su casa en silencio para no volver a verla si a la noche siguiente puedo follarme a una 95.-
-Y sin embargo estoy aquí sentado a la mesa con una 75 completamente vestido.- dijo el hijo de la gran puta. - No me alimento de tallas grandes con relleno, ni de vírgenes sin himen. Me hablas como si fuese el fantasma de todos los hombres con que te has cruzado, y yo me dirijo a ti como si fueses distinta a todas las historias con que me he cruzado.-
- Este no es tu lugar si a lo que vienes es a encontrar esperanza. Este sitio es el velatorio de los amores muertos, la anestesia de la rutina de una casada maltratada o un 'el hijo no es tuyo'. Aquí se viene a morir, o cuando ya has muerto.- y si yo podía morir así todas las veces que él acudiese allí iba a empezar a volverme suicida.
Nombre se apoyó sobre la mesa y adueñándose de la frialdad dijo-Yo no vengo a morir por una mujer, ni a vivir con ella; cuando mueres no te recuerdan por lo que fuiste en vida, sino por lo que fuiste muriendo. James Dean murió joven y solo y así se le recuerda, si mueres enamorado así se te recuerda; yo no quiero que se me recuerde, por eso vengo aquí, para no morir.- fue entonces cuando pude sentir el vacío y dolor de sus existencias, y cada palabra sobre su independencia le dolía más a mis ganas de hacerle escupir mi nombre al oído.
Nombre se levantó tras un merecido silencio en el que rezamos por la vida, o por la muerte, si después de conocerle lo mío podía llamarse vida. Me dijo 'adiós' con los labios y yo 'hasta pronto' con los ojos, y me resistí a ser otra mirada femenina más que contemplaba cómo su silueta se llevaba toda la luz que había habido en el cabaret aquella fúnebre noche.
Por lo general, me gusta no ser lo que se espera de las mujeres. Por eso mismo, Nombre es un tipo del que jamás hubiera podido no enamorarme.
Sonaba: Koop Island Blues
Nombre inspiraba ser una amenaza para Rick Blaine en cualquier escenario que recordase a Casablanca, y cada dama del lugar no tuviese más remedio que reescribir un final del guión, en el que la torre Eiffel quedase ridiculizada frente al paisaje del torso desnudo de Nombre vistiendo sus pieles sin bisutería ni ligas.
Sonaba 'Koop Island Blues' en un cabaret de kilómetro 33 en la carretera del escape a la tristeza del matrimonio y las familias rotas. Aquella noche no hubo número de can can, ni la voz dura de alguna joven cantante por algún capullo que le ofreciese atajos a la fama. Aquella fue una noche de dar de comer al tocadiscos, y que éste vomitase una melodía por cada moneda mugrienta que tragaba. Había un borracho que había llorado dos monedas por una tal Rosa.
Yo no llevaba recuerdos encima para echar en ninguna máquina. Hasta la noche, el martini se estaba encargando de diluirlos junto al hielo; pero de haberlos tenido, tampoco había compartido ninguna canción con nadie que hacer sonar en un cabaret. Hasta que Nombre hizo sonar 'Koop Island Blues' y yo me encontrase a aquella joven forma de hombre en gabardina observándome desde el tocadiscos, como si supiese que iba a reaccionar con aquella canción.
Debió ser por que fui la única mujer (si a su lado merezco ser llamada así) del cabaret que no dejó escapar un suspiro al verle conquistar sin quererlo el lugar de madrugada, por lo general nadie que pasaba por allí me arrancaba la atención del alcohol. Lo que me impidió suspirar del todo fue ver que andaba hacia la pequeña mesa apartada donde yo estaba, y eso sí que no lo merecía; igual que la camarera no merecía que yo la imaginara chillando de dolor cuando se acercó a servirle con el vigésimotercer 'cariño' de la noche.
Nombre conquistaba el aire, a mí me traía al fresco lo galán que pudiese ser, de lo que yo escapaba por rutina, era de los hombres, y Nombre sólo incrementaba mis ganas de desprenderme de ellos. Siempre odié adiccionarme a cualquier cosa. Lo único que pude hacer fue preguntarle de qué escapaba él en aquel kilómetro de carretera.
-Escapo de mí mismo.- soltó torciendo una sonrisa el muy autosuficiente.
-Yo también escapo de ti.- se me ocurrió soltar recostada en mi silla, con toda la frialdad que el calor que Nombre me provocaba me permitió fingir.
Si algo pudiese haberme terminado de arrebatar fue la indiferencia y diversión con que se tomaba mi desprecio, y justo sentado en frente de mí soltaba una irritante risa que me dolía en los pulmones.
-Si yo fuese tú- empecé dura antes de que el color de su voz me venciese el pulso- en lugar de huir de mí, estaría prometiéndole a alguna talla 90 ir mañana al cine de la mano mientras tengo sexo con ella, y mañana largarme de su casa en silencio para no volver a verla si a la noche siguiente puedo follarme a una 95.-
-Y sin embargo estoy aquí sentado a la mesa con una 75 completamente vestido.- dijo el hijo de la gran puta. - No me alimento de tallas grandes con relleno, ni de vírgenes sin himen. Me hablas como si fuese el fantasma de todos los hombres con que te has cruzado, y yo me dirijo a ti como si fueses distinta a todas las historias con que me he cruzado.-
- Este no es tu lugar si a lo que vienes es a encontrar esperanza. Este sitio es el velatorio de los amores muertos, la anestesia de la rutina de una casada maltratada o un 'el hijo no es tuyo'. Aquí se viene a morir, o cuando ya has muerto.- y si yo podía morir así todas las veces que él acudiese allí iba a empezar a volverme suicida.
Nombre se apoyó sobre la mesa y adueñándose de la frialdad dijo-Yo no vengo a morir por una mujer, ni a vivir con ella; cuando mueres no te recuerdan por lo que fuiste en vida, sino por lo que fuiste muriendo. James Dean murió joven y solo y así se le recuerda, si mueres enamorado así se te recuerda; yo no quiero que se me recuerde, por eso vengo aquí, para no morir.- fue entonces cuando pude sentir el vacío y dolor de sus existencias, y cada palabra sobre su independencia le dolía más a mis ganas de hacerle escupir mi nombre al oído.
Nombre se levantó tras un merecido silencio en el que rezamos por la vida, o por la muerte, si después de conocerle lo mío podía llamarse vida. Me dijo 'adiós' con los labios y yo 'hasta pronto' con los ojos, y me resistí a ser otra mirada femenina más que contemplaba cómo su silueta se llevaba toda la luz que había habido en el cabaret aquella fúnebre noche.
Por lo general, me gusta no ser lo que se espera de las mujeres. Por eso mismo, Nombre es un tipo del que jamás hubiera podido no enamorarme.
Sonaba: Koop Island Blues
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