6 de mayo de 2012

Por no fumarme más cigarrillos en tu cama

Llegué con tres mentiras:
la del amor, la de la felicidad y la de la eternidad
y me destrozó la facilidad con que te creíste las tres.

Y empezabas a confundirte en mi boca
mientras me odiaba por no pensar en tus labios.

Volví de prostituir miradas en las fachadas de otra ventana
que no era por la que me asomaba desnuda de noche
después de haberme dejado la piel en tu cama.

Y cada vez me dolían más nuestros silencios
porque no fui capaz de decírtelo todo callada,
y necesité hablar para evitar no decirte nada
y fingir decirte algo.

Así que seguí tiñendo tus sábanas de ganas
cuando mis ganas estaban tras la fachada de otra ventana
que no era por la que una y cuatro veces
se nos escapó el color de la voz.

Y ahora quiero caerme de rodillas
como no me caí cuando salí de tu vida.
Evito la humillación de los espejos cuando añoro
la saliva en el cuello que me quitaba cuando no mirabas,
y otras tantas cosas en otros tantos lugares
que la FOX censura en horario infantil.

Casi evito dirigirme a nadie
por vergüenza a que alguien pronuncie mi nombre
cuando ahora que ya te he destrozado
solo quiero que me pronuncie tu voz, a gritos de placer,
tras la fachada de tu ventana.

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