
Estas noches que traen a los murciélagos de duermevela revoloteando en torno a unos ojos que se pierden en el infito de alguna estrella.
Estas noches en que debería estar dedicándome a desatar el deseo apretado contra la cremallera de algún pantalón en lugar de construir principios morales abrazados a la abstinencia.
Estas noches que todos deberíamos saborear derrochando segundos, y minutos, alguna vez.