7 de marzo de 2012

Laberinto sin calles

Miradas vacías, si la suerte se digna a mirar. Un horrible latido sano, corazón al ritmo de ningún nombre. La esencia de su presencia la abandonó hace ya mucho, y aún sigue ferviente en ella, pelea por sobrevivir en sus deseperados intentos de reencontrarlo en un lugar que él mismo dejó desierto para siempre.
Largas horas sumida en la esquizofrénica alucinación de su sombra escondida en ninguna parte; pero ahora camina despacio, pensativa entre las enmudecidas llanuras arenosas buscando, quizás solo recordar, quizás revivir lo recordado, pero nunca escapar del desierto. Se estaba demasiado bien aquí.



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