Él tenía síndrome de diógenes, y ella llevaba puesta la etiqueta de diamante de coleccionista en la frente. Llevaba el antifaz de la inocencia en la sonrisa, y cuarenta dagas en la liga roja de la pierna derecha, que era la que no enseñaba hasta tener un corazón abierto en canal en sus sábanas de franela.
La quiso tanto, que le puso su nombre al silencio, para poder escuchar lo que le susurraba cuando se escapaba de sus brazos. Tanto la quiso, que la vida sin ella le parecía de una arquitectura tan pobre como las chabolas de los tempranos barrios de Brooklyn; cuando enfocarle directamente las negras pupilas era lo más parecido en riesgo a pasear por Brooklyn con prendas de etiqueta y la cartera al descubierto. Pero nunca tanto como escalarle la pierna derecha.
A veces, mientras la besaba, se daba cuenta de que se había olvidado de respirar. Como si, sin quererlo, hubiese confundido la primordialidad de ambas acciones.
Le parecía una mujer tan llena, que a pesar de ingeniárselas para abrazarla cubriendo cada centímetro cuadrado de su piel, él sentía que aún la derrochaba, como si ella fuese humo, y sus brazos la intentasen devolver a la colilla.
La sentía tan bonita, que cada mañana ponía la alarma del despertador con antelación, y se le quedaba mirando horas mientras dormía desnuda. Y él quiso ser la almohada, para que le compartiese sus sueños mientras le abrazaba; y quiso ser el sol, para colarse por la persiana y lamerla de abajo a arriba, una vez más.
Y le era tan perfecta, y le estaba hecha tan a medida, que si ella no hubiese decidido enmudecer como una puta en respuesta a los muchos 'te quiero' que él le regalaba; no la habría querido tanto.
28 de diciembre de 2012
17 de diciembre de 2012
Cómo calentar una cama para uno
El otoño se ha quedado tu nombre.
Y la ciudad, y las calles;
y los cantautores, y las palabras,
y el fin del mundo.
Lo bonito que tiene mirar tu ausencia,
es que no te puedes desnudar la sonrisa aunque quieras.
Lo malo es, que tampoco me la puedes desnudar tú a mí.
Y mira que quiero.
He puesto dos mantas de más en mi cama,
para hacer más realista la fantasía de tu peso oprimiéndome,
aunque ya me pese tu ausencia.
He puesto dos mantas de más en mi cama,
aunque nunca pase frío.
El invierno no sabe entrar en mi cuarto
desde que mis oídos saben escucharte diciendo cosas
que es probable nunca pienses de mí.
He puesto dos mantas de más,
por si da la suerte de que un día
me pongas unas bragas de menos,
o una lencería de caricias. Sólo tuyas.
Y la ciudad, y las calles;
y los cantautores, y las palabras,
y el fin del mundo.
Lo bonito que tiene mirar tu ausencia,
es que no te puedes desnudar la sonrisa aunque quieras.
Lo malo es, que tampoco me la puedes desnudar tú a mí.
Y mira que quiero.
He puesto dos mantas de más en mi cama,
para hacer más realista la fantasía de tu peso oprimiéndome,
aunque ya me pese tu ausencia.
He puesto dos mantas de más en mi cama,
aunque nunca pase frío.
El invierno no sabe entrar en mi cuarto
desde que mis oídos saben escucharte diciendo cosas
que es probable nunca pienses de mí.
He puesto dos mantas de más,
por si da la suerte de que un día
me pongas unas bragas de menos,
o una lencería de caricias. Sólo tuyas.
8 de noviembre de 2012
Si soy sin ti, soy uno más
Hoy he buscado algo de ti, por si aún no te había gastado del todo.
Hoy he escuchado mi nombre en tus labios, aunque estés a kilómetros, y a años atrás,
he escuchado cómo tu boca moldeaba el aire y me escupía con calor,
y he sentido que la música está sobrevalorada.
Luego he vuelto a suicidarte. Y entonces nazco yo.
Hoy he escuchado mi nombre en tus labios, aunque estés a kilómetros, y a años atrás,
he escuchado cómo tu boca moldeaba el aire y me escupía con calor,
y he sentido que la música está sobrevalorada.
Luego he vuelto a suicidarte. Y entonces nazco yo.
31 de octubre de 2012
Con 'c' de Claudia.
Desde la luz del el frigorífico abierto de la cocina Claudia rompía esa noche la oscuridad de su apartamento. Llevaba abierto el primer botón de su camisón de tirantes de los sábados, que últimamente compartía con los domingos, lunes y resto de días de la semana. Aquel camisón contaba demasiadas verdades sobre Claudia como para que, después de verla, cualquiera se considerase un mentiroso. Cualquier día el camisón podía ser el pistoletazo a dormir desnuda, o a no dormir.
Pero yo no le había dicho cuándo pensaba volver, ni si pensaba realmente hacerlo.
Lo único sincero que debo haberle dicho es que mi postre favorito son las fresas con nata, pero jamás recuerdo haberla llamado por el nombre de ninguna fruta. Y Claudia se levanta otra noche de madrugada, abre el frigorífico con el camisón medio puesto, comprueba que el bote de nata sigue sin estrenar en el segundo estante, y vuelve a acostarse. A soñar con esta forma de mujer que nunca quiso compartirle sus sueños.
Pero yo no le había dicho cuándo pensaba volver, ni si pensaba realmente hacerlo.
Lo único sincero que debo haberle dicho es que mi postre favorito son las fresas con nata, pero jamás recuerdo haberla llamado por el nombre de ninguna fruta. Y Claudia se levanta otra noche de madrugada, abre el frigorífico con el camisón medio puesto, comprueba que el bote de nata sigue sin estrenar en el segundo estante, y vuelve a acostarse. A soñar con esta forma de mujer que nunca quiso compartirle sus sueños.
16 de octubre de 2012
Brevedad breve
Hoy el agua lleva tan poca fuerza,
que el río parece saber que va a morir al llegar al mar.
Yo lo contemplo buscando
el punto en que tú y yo desembocamos.
Hoy el viento ha quedado afónico para los demás,
aunque a mí siempre me silve tu nombre.
Hoy me quito yo la ropa al llegar a casa,
y al meterme en la cama he empezado a usar el pijama.
Ayer se vuelve una empresa de cobro a morosos,
y tú apareces vestido de frac.
Si apareces.
que el río parece saber que va a morir al llegar al mar.
Yo lo contemplo buscando
el punto en que tú y yo desembocamos.
Hoy el viento ha quedado afónico para los demás,
aunque a mí siempre me silve tu nombre.
Hoy me quito yo la ropa al llegar a casa,
y al meterme en la cama he empezado a usar el pijama.
Ayer se vuelve una empresa de cobro a morosos,
y tú apareces vestido de frac.
Si apareces.
24 de agosto de 2012
Tango a la isla del blues
Nombre era un tipo del que nunca me hubiera gustado enamorarme. Por lo general, me gusta diferenciarme del resto de mujeres.
Nombre inspiraba ser una amenaza para Rick Blaine en cualquier escenario que recordase a Casablanca, y cada dama del lugar no tuviese más remedio que reescribir un final del guión, en el que la torre Eiffel quedase ridiculizada frente al paisaje del torso desnudo de Nombre vistiendo sus pieles sin bisutería ni ligas.
Sonaba 'Koop Island Blues' en un cabaret de kilómetro 33 en la carretera del escape a la tristeza del matrimonio y las familias rotas. Aquella noche no hubo número de can can, ni la voz dura de alguna joven cantante por algún capullo que le ofreciese atajos a la fama. Aquella fue una noche de dar de comer al tocadiscos, y que éste vomitase una melodía por cada moneda mugrienta que tragaba. Había un borracho que había llorado dos monedas por una tal Rosa.
Yo no llevaba recuerdos encima para echar en ninguna máquina. Hasta la noche, el martini se estaba encargando de diluirlos junto al hielo; pero de haberlos tenido, tampoco había compartido ninguna canción con nadie que hacer sonar en un cabaret. Hasta que Nombre hizo sonar 'Koop Island Blues' y yo me encontrase a aquella joven forma de hombre en gabardina observándome desde el tocadiscos, como si supiese que iba a reaccionar con aquella canción.
Debió ser por que fui la única mujer (si a su lado merezco ser llamada así) del cabaret que no dejó escapar un suspiro al verle conquistar sin quererlo el lugar de madrugada, por lo general nadie que pasaba por allí me arrancaba la atención del alcohol. Lo que me impidió suspirar del todo fue ver que andaba hacia la pequeña mesa apartada donde yo estaba, y eso sí que no lo merecía; igual que la camarera no merecía que yo la imaginara chillando de dolor cuando se acercó a servirle con el vigésimotercer 'cariño' de la noche.
Nombre conquistaba el aire, a mí me traía al fresco lo galán que pudiese ser, de lo que yo escapaba por rutina, era de los hombres, y Nombre sólo incrementaba mis ganas de desprenderme de ellos. Siempre odié adiccionarme a cualquier cosa. Lo único que pude hacer fue preguntarle de qué escapaba él en aquel kilómetro de carretera.
-Escapo de mí mismo.- soltó torciendo una sonrisa el muy autosuficiente.
-Yo también escapo de ti.- se me ocurrió soltar recostada en mi silla, con toda la frialdad que el calor que Nombre me provocaba me permitió fingir.
Si algo pudiese haberme terminado de arrebatar fue la indiferencia y diversión con que se tomaba mi desprecio, y justo sentado en frente de mí soltaba una irritante risa que me dolía en los pulmones.
-Si yo fuese tú- empecé dura antes de que el color de su voz me venciese el pulso- en lugar de huir de mí, estaría prometiéndole a alguna talla 90 ir mañana al cine de la mano mientras tengo sexo con ella, y mañana largarme de su casa en silencio para no volver a verla si a la noche siguiente puedo follarme a una 95.-
-Y sin embargo estoy aquí sentado a la mesa con una 75 completamente vestido.- dijo el hijo de la gran puta. - No me alimento de tallas grandes con relleno, ni de vírgenes sin himen. Me hablas como si fuese el fantasma de todos los hombres con que te has cruzado, y yo me dirijo a ti como si fueses distinta a todas las historias con que me he cruzado.-
- Este no es tu lugar si a lo que vienes es a encontrar esperanza. Este sitio es el velatorio de los amores muertos, la anestesia de la rutina de una casada maltratada o un 'el hijo no es tuyo'. Aquí se viene a morir, o cuando ya has muerto.- y si yo podía morir así todas las veces que él acudiese allí iba a empezar a volverme suicida.
Nombre se apoyó sobre la mesa y adueñándose de la frialdad dijo-Yo no vengo a morir por una mujer, ni a vivir con ella; cuando mueres no te recuerdan por lo que fuiste en vida, sino por lo que fuiste muriendo. James Dean murió joven y solo y así se le recuerda, si mueres enamorado así se te recuerda; yo no quiero que se me recuerde, por eso vengo aquí, para no morir.- fue entonces cuando pude sentir el vacío y dolor de sus existencias, y cada palabra sobre su independencia le dolía más a mis ganas de hacerle escupir mi nombre al oído.
Nombre se levantó tras un merecido silencio en el que rezamos por la vida, o por la muerte, si después de conocerle lo mío podía llamarse vida. Me dijo 'adiós' con los labios y yo 'hasta pronto' con los ojos, y me resistí a ser otra mirada femenina más que contemplaba cómo su silueta se llevaba toda la luz que había habido en el cabaret aquella fúnebre noche.
Por lo general, me gusta no ser lo que se espera de las mujeres. Por eso mismo, Nombre es un tipo del que jamás hubiera podido no enamorarme.
Sonaba: Koop Island Blues
Nombre inspiraba ser una amenaza para Rick Blaine en cualquier escenario que recordase a Casablanca, y cada dama del lugar no tuviese más remedio que reescribir un final del guión, en el que la torre Eiffel quedase ridiculizada frente al paisaje del torso desnudo de Nombre vistiendo sus pieles sin bisutería ni ligas.
Sonaba 'Koop Island Blues' en un cabaret de kilómetro 33 en la carretera del escape a la tristeza del matrimonio y las familias rotas. Aquella noche no hubo número de can can, ni la voz dura de alguna joven cantante por algún capullo que le ofreciese atajos a la fama. Aquella fue una noche de dar de comer al tocadiscos, y que éste vomitase una melodía por cada moneda mugrienta que tragaba. Había un borracho que había llorado dos monedas por una tal Rosa.
Yo no llevaba recuerdos encima para echar en ninguna máquina. Hasta la noche, el martini se estaba encargando de diluirlos junto al hielo; pero de haberlos tenido, tampoco había compartido ninguna canción con nadie que hacer sonar en un cabaret. Hasta que Nombre hizo sonar 'Koop Island Blues' y yo me encontrase a aquella joven forma de hombre en gabardina observándome desde el tocadiscos, como si supiese que iba a reaccionar con aquella canción.
Debió ser por que fui la única mujer (si a su lado merezco ser llamada así) del cabaret que no dejó escapar un suspiro al verle conquistar sin quererlo el lugar de madrugada, por lo general nadie que pasaba por allí me arrancaba la atención del alcohol. Lo que me impidió suspirar del todo fue ver que andaba hacia la pequeña mesa apartada donde yo estaba, y eso sí que no lo merecía; igual que la camarera no merecía que yo la imaginara chillando de dolor cuando se acercó a servirle con el vigésimotercer 'cariño' de la noche.
Nombre conquistaba el aire, a mí me traía al fresco lo galán que pudiese ser, de lo que yo escapaba por rutina, era de los hombres, y Nombre sólo incrementaba mis ganas de desprenderme de ellos. Siempre odié adiccionarme a cualquier cosa. Lo único que pude hacer fue preguntarle de qué escapaba él en aquel kilómetro de carretera.
-Escapo de mí mismo.- soltó torciendo una sonrisa el muy autosuficiente.
-Yo también escapo de ti.- se me ocurrió soltar recostada en mi silla, con toda la frialdad que el calor que Nombre me provocaba me permitió fingir.
Si algo pudiese haberme terminado de arrebatar fue la indiferencia y diversión con que se tomaba mi desprecio, y justo sentado en frente de mí soltaba una irritante risa que me dolía en los pulmones.
-Si yo fuese tú- empecé dura antes de que el color de su voz me venciese el pulso- en lugar de huir de mí, estaría prometiéndole a alguna talla 90 ir mañana al cine de la mano mientras tengo sexo con ella, y mañana largarme de su casa en silencio para no volver a verla si a la noche siguiente puedo follarme a una 95.-
-Y sin embargo estoy aquí sentado a la mesa con una 75 completamente vestido.- dijo el hijo de la gran puta. - No me alimento de tallas grandes con relleno, ni de vírgenes sin himen. Me hablas como si fuese el fantasma de todos los hombres con que te has cruzado, y yo me dirijo a ti como si fueses distinta a todas las historias con que me he cruzado.-
- Este no es tu lugar si a lo que vienes es a encontrar esperanza. Este sitio es el velatorio de los amores muertos, la anestesia de la rutina de una casada maltratada o un 'el hijo no es tuyo'. Aquí se viene a morir, o cuando ya has muerto.- y si yo podía morir así todas las veces que él acudiese allí iba a empezar a volverme suicida.
Nombre se apoyó sobre la mesa y adueñándose de la frialdad dijo-Yo no vengo a morir por una mujer, ni a vivir con ella; cuando mueres no te recuerdan por lo que fuiste en vida, sino por lo que fuiste muriendo. James Dean murió joven y solo y así se le recuerda, si mueres enamorado así se te recuerda; yo no quiero que se me recuerde, por eso vengo aquí, para no morir.- fue entonces cuando pude sentir el vacío y dolor de sus existencias, y cada palabra sobre su independencia le dolía más a mis ganas de hacerle escupir mi nombre al oído.
Nombre se levantó tras un merecido silencio en el que rezamos por la vida, o por la muerte, si después de conocerle lo mío podía llamarse vida. Me dijo 'adiós' con los labios y yo 'hasta pronto' con los ojos, y me resistí a ser otra mirada femenina más que contemplaba cómo su silueta se llevaba toda la luz que había habido en el cabaret aquella fúnebre noche.
Por lo general, me gusta no ser lo que se espera de las mujeres. Por eso mismo, Nombre es un tipo del que jamás hubiera podido no enamorarme.
Sonaba: Koop Island Blues
14 de agosto de 2012
Y que cumpla muchos más
Hoy soplo velas sin tu voz cantando
esa ridícula canción que nunca me gustó
esa tan popular,
la del cumpleaños feliz.
Hoy, que no quiero tarta de cumpleaños
si no puedo mancharte de merengue la nariz.
Si no puedo inventar caras estúpidas
abriendo algún regalo tuyo.
Hoy vuelvo a cumplir años sin ti,
solo que esta vez importa.
Me importa, joder.
Me importa no haberte escuchado
y ahora necesitar escribirte para no escucharme a mí.
Me importa haberme tatuado otros nombres
que no fuesen el tuyo.
El primer regalo que me da la fría madurez
es ese mismo, la madurez;
la madurez riéndose de mí,
de no dejarme mezclar nuestros apellidos en algún buzón.
El chuloputas del azar me deja de rodillas
en frente de tu ausencia,
y se la pela arrancarme de tu cuerpo.
Si quiera que exista el destino,
se está poniendo cachondo interceptándote de mi camino.
Todos esos se van a montar una orgía a pelo
en el lado que tú ocuparías en mi cama;
y me van a dejar criar su hijo,
y ponerle tu nombre al despertar,
y pelearme con él por el mando de la tele,
y esperarte traer a los niños del colegio,
y tener que tirar comida porque no sé cocinar para uno,
y tener que morir porque no sé vivir para uno.
Hoy soplo velas en una barra de un bar,
sin importarme que ya me hayan preguntado dos veces
a cuánto cobro la hora.
-a un suspiro de su boca- les digo;
y me miran con el respeto y silencio
con que se da a una viuda un pésame.
Hoy soplo velas en la barra de un bar de madrugada,
y como he aprendido que las velas no te van a traer,
en vez de comer tarta, bebo wisky seco,
para que al menos él te pueda llevar.
Más lejos, si cabe.
esa ridícula canción que nunca me gustó
esa tan popular,
la del cumpleaños feliz.
Hoy, que no quiero tarta de cumpleaños
si no puedo mancharte de merengue la nariz.
Si no puedo inventar caras estúpidas
abriendo algún regalo tuyo.
Hoy vuelvo a cumplir años sin ti,
solo que esta vez importa.
Me importa, joder.
Me importa no haberte escuchado
y ahora necesitar escribirte para no escucharme a mí.
Me importa haberme tatuado otros nombres
que no fuesen el tuyo.
El primer regalo que me da la fría madurez
es ese mismo, la madurez;
la madurez riéndose de mí,
de no dejarme mezclar nuestros apellidos en algún buzón.
El chuloputas del azar me deja de rodillas
en frente de tu ausencia,
y se la pela arrancarme de tu cuerpo.
Si quiera que exista el destino,
se está poniendo cachondo interceptándote de mi camino.
Todos esos se van a montar una orgía a pelo
en el lado que tú ocuparías en mi cama;
y me van a dejar criar su hijo,
y ponerle tu nombre al despertar,
y pelearme con él por el mando de la tele,
y esperarte traer a los niños del colegio,
y tener que tirar comida porque no sé cocinar para uno,
y tener que morir porque no sé vivir para uno.
Hoy soplo velas en una barra de un bar,
sin importarme que ya me hayan preguntado dos veces
a cuánto cobro la hora.
-a un suspiro de su boca- les digo;
y me miran con el respeto y silencio
con que se da a una viuda un pésame.
Hoy soplo velas en la barra de un bar de madrugada,
y como he aprendido que las velas no te van a traer,
en vez de comer tarta, bebo wisky seco,
para que al menos él te pueda llevar.
Más lejos, si cabe.
11 de julio de 2012
Carmen me gusta.
Carmen me gusta. Tiene tanta fuerza como su nombre, y es el mayor piropo que he dicho de una mujer. Quizá por eso me creen hetero. Aquella mañana podría decir mucho más de ella; salimos a correr, y la ropa de deporte a Carmen le sienta bien. En realidad siempre me parece que todo le quede bien.
Carmen no parecía triste, pero yo sabía que lo estaba. Me conocía todas sus caras, y las que no conocía me las tenía que inventar. No era por el parque solitario en que nos habíamos reencontrado, ni por madrugar, e incluso me atrevo a decir que no era por estar allí sentada con alguien como yo.
(Carmen)-Bajé al río poco después de perderte de vista.
(Yo)-¿Llevabas traje de baño?-
(Carmen)-Me bañé desnuda.- dijo con la indiferencia de quien no le importa que se la imaginen sin ropa. No debía importarle si aún estaba sentada a mi lado.
Carmen era, de puertas para afuera, mi amiga. De puertas para adentro, ella sabía que las navidades pasadas había pedido a Santa tener sus bragas de encaje salmón en el suelo de mi dormitorio.
(Yo)-Yo seguí el camino; paré para esperarte pero no venías- Carmen también sabía que la hubiese esperado en cualquier camino aunque no me conduciese a sus ingles.
(Carmen)- Me empezó a seguir un perro; -dijo ignorándome- tenía la huella de un collar en el cuello, y me lamía los talones a cada paso. Siguió así todo el camino abajo hasta que pensé que me lo podría llevar a casa. Entonces se cruzó otra chica haciendo footing y se volvió a correr tras ella.
Vamos.- dijo cuando empezó a resultar dolorosamente evidente que no hablaba de un animal.
Se levantó, empezó a correr, y yo la seguí, por si no había tenido suficiente con un perro aquella mañana.
Carmen no parecía triste, pero yo sabía que lo estaba. Me conocía todas sus caras, y las que no conocía me las tenía que inventar. No era por el parque solitario en que nos habíamos reencontrado, ni por madrugar, e incluso me atrevo a decir que no era por estar allí sentada con alguien como yo.
(Carmen)-Bajé al río poco después de perderte de vista.
(Yo)-¿Llevabas traje de baño?-
(Carmen)-Me bañé desnuda.- dijo con la indiferencia de quien no le importa que se la imaginen sin ropa. No debía importarle si aún estaba sentada a mi lado.
Carmen era, de puertas para afuera, mi amiga. De puertas para adentro, ella sabía que las navidades pasadas había pedido a Santa tener sus bragas de encaje salmón en el suelo de mi dormitorio.
(Yo)-Yo seguí el camino; paré para esperarte pero no venías- Carmen también sabía que la hubiese esperado en cualquier camino aunque no me conduciese a sus ingles.
(Carmen)- Me empezó a seguir un perro; -dijo ignorándome- tenía la huella de un collar en el cuello, y me lamía los talones a cada paso. Siguió así todo el camino abajo hasta que pensé que me lo podría llevar a casa. Entonces se cruzó otra chica haciendo footing y se volvió a correr tras ella.
Vamos.- dijo cuando empezó a resultar dolorosamente evidente que no hablaba de un animal.
Se levantó, empezó a correr, y yo la seguí, por si no había tenido suficiente con un perro aquella mañana.
8 de julio de 2012
Si juego contigo a la botella, me acabaré bebiendo los bares de la ciudad
Te tocó ser la poesía más bonita del mundo,
y a mí me da la gana hacerte
de la manera menos desastrosa posible.
Te tocó hacer empinar la copa
de todas las solteras del bar;
de todas las casadas que prostituyeron
la cara de su marido por la tuya;
de todas las monjas de convento
que tras verte dudaron de la perfección de Dios.
Te tocó ser motivo de depresión
de las que querían ir al ballet los viernes
y dejarse salir a bailar los sábados.
De las que querían tostadas y zumo en la cama
y posturas nuevas en la mesa de la cocina.
Te tocó arruinar a los productores de películas de superhéroes
por el poco espíritu y valentía de sus personajes que les dejaste.
Te tocó ser el error pronunciado
en el clímax de una dama inglesa de alta clase;
y el máximo acierto de inversión salvatoria
de los accionistas al borde de la quiebra.
Te tocó ser la mentira
de las niñas que nunca se masturban,
las fantasías de las que admiten hacerlo,
y la incomodidad de las que no pueden hablarte
sin la condena de follarte en el dormitorio de su cabeza.
Te tocó hacer de los domingos
el día en que Dios no se paró a descansar
sino a pensar cómo terminar de crearte.
Te tocó ser la razón
por la que Marylin se levantaba la falda
por la que Sharon se descruzaba las piernas
por la que a Audrey se le escaparon los diamantes de la boca
intentando dejar espacio para la tuya.
Te tocó que me tocase la lotería
cuando la rifa de tus dientes
me coincide con la papeleta del gordo.
Te tocó no saber nada
de lo que yo he querido tocarte.
y a mí me da la gana hacerte
de la manera menos desastrosa posible.
Te tocó hacer empinar la copa
de todas las solteras del bar;
de todas las casadas que prostituyeron
la cara de su marido por la tuya;
de todas las monjas de convento
que tras verte dudaron de la perfección de Dios.
Te tocó ser motivo de depresión
de las que querían ir al ballet los viernes
y dejarse salir a bailar los sábados.
De las que querían tostadas y zumo en la cama
y posturas nuevas en la mesa de la cocina.
Te tocó arruinar a los productores de películas de superhéroes
por el poco espíritu y valentía de sus personajes que les dejaste.
Te tocó ser el error pronunciado
en el clímax de una dama inglesa de alta clase;
y el máximo acierto de inversión salvatoria
de los accionistas al borde de la quiebra.
Te tocó ser la mentira
de las niñas que nunca se masturban,
las fantasías de las que admiten hacerlo,
y la incomodidad de las que no pueden hablarte
sin la condena de follarte en el dormitorio de su cabeza.
Te tocó hacer de los domingos
el día en que Dios no se paró a descansar
sino a pensar cómo terminar de crearte.
Te tocó ser la razón
por la que Marylin se levantaba la falda
por la que Sharon se descruzaba las piernas
por la que a Audrey se le escaparon los diamantes de la boca
intentando dejar espacio para la tuya.
Te tocó que me tocase la lotería
cuando la rifa de tus dientes
me coincide con la papeleta del gordo.
Te tocó no saber nada
de lo que yo he querido tocarte.
3 de julio de 2012
Por hipótesis, las que quepan
No me destroza que me llames 'puta'
pero sí que no me llames nada.
De hecho, prefiero ser para ti, puta,
zorra, víbora,
a no ser más que un nombre de mujer.
Eso sí que duele.
El problema de querer ser tu 'perfecta'
es que hay millones más perfectas que yo.
Que mientras agarro puñados de pañuelos
para que mientan sobre el tamaño de mis pechos
hay millones de pechos que tienen la erección por ley.
Si después de haber conocido montañas
te resistes a abandonar las dunas de mi torso,
voy a tener que anular el contrato
al sicario que persigue tus fotos.
Voy a tener que volver a beberme las noches de tu boca
y a dejar que te fumes de una calada mi respiración.
Voy a volver a poner como punto y final a los orgasmos mudos
el 'crack' de los dedos de mis pies
en la primera noche que me acompañes.
Voy a volver a necesitar espinarte la piel
con un golpe definitivo de cadera;
y a marcarle a mis labios
un camino de peregrinación por tu cuerpo.
Si después de haber conocido Adéles,
Charlottes, Clementines,
prefieres que siga siendo mi nombre,
sólo querré serlo si te sale de los ojos.
Hasta que vuelvas a no llamarme nada,
y yo pida tu suicidio definitivo en mi cabeza;
sin funeral, ni flores, ni nada.
''Qué difícil intentar salir ilesos de esta magia en que nos hallamos presos'' Joaquín Sabina.
pero sí que no me llames nada.
De hecho, prefiero ser para ti, puta,
zorra, víbora,
a no ser más que un nombre de mujer.
Eso sí que duele.
El problema de querer ser tu 'perfecta'
es que hay millones más perfectas que yo.
Que mientras agarro puñados de pañuelos
para que mientan sobre el tamaño de mis pechos
hay millones de pechos que tienen la erección por ley.
Si después de haber conocido montañas
te resistes a abandonar las dunas de mi torso,
voy a tener que anular el contrato
al sicario que persigue tus fotos.
Voy a tener que volver a beberme las noches de tu boca
y a dejar que te fumes de una calada mi respiración.
Voy a volver a poner como punto y final a los orgasmos mudos
el 'crack' de los dedos de mis pies
en la primera noche que me acompañes.
Voy a volver a necesitar espinarte la piel
con un golpe definitivo de cadera;
y a marcarle a mis labios
un camino de peregrinación por tu cuerpo.
Si después de haber conocido Adéles,
Charlottes, Clementines,
prefieres que siga siendo mi nombre,
sólo querré serlo si te sale de los ojos.
Hasta que vuelvas a no llamarme nada,
y yo pida tu suicidio definitivo en mi cabeza;
sin funeral, ni flores, ni nada.
''Qué difícil intentar salir ilesos de esta magia en que nos hallamos presos'' Joaquín Sabina.
17 de junio de 2012
Y una mierda 'para siempre'
Supongo que fue la distancia quien no supo querernos en la lejanía.
O todo lo contrario.
Que era demasiado pedir que recordases
la conjugación del verbo amar en primera persona del plural.
Que el amor que respirases por mi boca
dejase su sabor en tu lengua los suficientes días
para no perderte en la primera macedonia de lolas.
Supongo que no me esneñaron en ningún colegio
(y he estado en muchos) que disney miente más sobre el amor
que una mujer en sus orgasmos.
Tú tenías los míos regalados,
nos teníamos a ambos regalados,
no creo quenos mereciésemos te merecieses querernos tanto.
Parecías desnudar el infinito en mis pupilas
y alcanzar la eternidad con cada suspiro entre mis labios.
Siempre escuché que quien dice antes te quiero
sufre antes las cuchilladas del contrario.
Tampoco me enseñaron a desconfiar del dicho popular.
Y empezamos a coser tardes con el monopolio
de nuestra compañía, y parecía dolerte más que a mí
que la noche no tuviese más horas
para adiccionarte a hacerme dependiente.
Tiene gracia, que te conociesen por tu destreza en bolsa
y todas las acciones que invertimos en los dos
se devalorizasen por tu culpa,
y ahora sea yo la que mendiga limosna al olvido.
Porque pagaría, si tu inexistencia en mi memoria
fuese adquirible con dinero.
Pagaría si el amor fuese un virus con vacuna,
si no fuese amor de esta forma.
Amor en que el sexo sólo es masturbación con compañía
amor en que la dignidad de uno se lo juega todo
a un farol emocional de strip-póker.
Lo que sí aprendí en la escuela
fue que los niños dejaban de insultarte si no te ofendías;
así que me puse el uniforme de indiferencia
pero me salió tatuado el de odio.
La materia solo se transforma, dicen;
yo debo estar hecha de toda la jodida tabla periódica,
cuando no me salen otra cosa que sustitutos
donde otro día quise todo lo que tenía que ver contigo.
Y lo hubiese seguido haciendo,
hubiese llegado a la cima del Everest contigo
de la montaña rusa más alta del mundo
o de donde tú me pidieses.
Pero no me pediste nada.
Ni vas a volver a pedirme algo.
Ni puedo seguir imaginando cómo evitar
el odio incondicional de tus padres.
Ni puedo seguir inventando tus regalos de cumpleaños.
Ni puedo seguir perdiendo el tiempo pensando
de qué formas arrancarle a tu desenfreno
un 'te necesito'en nuestras camas.
Sólo puedo seguir amando lo que fuimos,
y odiarte por cargarte lo que hoy, ahora,
sería un primer algo con tus besos.
O todo lo contrario.
Que era demasiado pedir que recordases
la conjugación del verbo amar en primera persona del plural.
Que el amor que respirases por mi boca
dejase su sabor en tu lengua los suficientes días
para no perderte en la primera macedonia de lolas.
Supongo que no me esneñaron en ningún colegio
(y he estado en muchos) que disney miente más sobre el amor
que una mujer en sus orgasmos.
Tú tenías los míos regalados,
nos teníamos a ambos regalados,
no creo que
Parecías desnudar el infinito en mis pupilas
y alcanzar la eternidad con cada suspiro entre mis labios.
Siempre escuché que quien dice antes te quiero
sufre antes las cuchilladas del contrario.
Tampoco me enseñaron a desconfiar del dicho popular.
Y empezamos a coser tardes con el monopolio
de nuestra compañía, y parecía dolerte más que a mí
que la noche no tuviese más horas
para adiccionarte a hacerme dependiente.
Tiene gracia, que te conociesen por tu destreza en bolsa
y todas las acciones que invertimos en los dos
se devalorizasen por tu culpa,
y ahora sea yo la que mendiga limosna al olvido.
Porque pagaría, si tu inexistencia en mi memoria
fuese adquirible con dinero.
Pagaría si el amor fuese un virus con vacuna,
si no fuese amor de esta forma.
Amor en que el sexo sólo es masturbación con compañía
amor en que la dignidad de uno se lo juega todo
a un farol emocional de strip-póker.
Lo que sí aprendí en la escuela
fue que los niños dejaban de insultarte si no te ofendías;
así que me puse el uniforme de indiferencia
pero me salió tatuado el de odio.
La materia solo se transforma, dicen;
yo debo estar hecha de toda la jodida tabla periódica,
cuando no me salen otra cosa que sustitutos
donde otro día quise todo lo que tenía que ver contigo.
Y lo hubiese seguido haciendo,
hubiese llegado a la cima del Everest contigo
de la montaña rusa más alta del mundo
o de donde tú me pidieses.
Pero no me pediste nada.
Ni vas a volver a pedirme algo.
Ni puedo seguir imaginando cómo evitar
el odio incondicional de tus padres.
Ni puedo seguir inventando tus regalos de cumpleaños.
Ni puedo seguir perdiendo el tiempo pensando
de qué formas arrancarle a tu desenfreno
un 'te necesito'en nuestras camas.
Sólo puedo seguir amando lo que fuimos,
y odiarte por cargarte lo que hoy, ahora,
sería un primer algo con tus besos.
4 de junio de 2012
Por hacernos daño
Alba no se viste de sonrisas caducadas
al fondo de una almohada que nos gane en la calvicie.
Alba no se cobra las horas por deber,
lo hace por adicción a malgastarlas con una colonia
que a su razón le hace las veces de cloroformo.
Alba no escapa de la jaula para sentir la libertad
siente la verdadera libertad entre rejas
con un columpio para dos periquitos en el centro.
Alba no paga deudas, se excita contrayéndolas,
si las paga es porque la moneda de cambio
bursatiliza en la bolsa del sexo.
Tampoco llora por ella, si en ella
no entras tú como unidad.
No es infiel a las cosquillas en la cama,
ni a los zumos de naranja en la cocina
y el sol de las 11 lamiendo sus piernas desnudas
que tu camiseta ancha dejan al deseo
mientras su deseo te lame entero con la mirada.
Dios sabe que si está casada con algo,
es con la tapa del retrete subida
o con renunciar a uno de los lados de la cama.
Y yo, que soy más libre cada día
y me dedico a abrazar la ausencia de una compañía
que me despierte con besos en la nuca,
ni soy Alba, ni quiero volver a serlo jamás.
al fondo de una almohada que nos gane en la calvicie.
Alba no se cobra las horas por deber,
lo hace por adicción a malgastarlas con una colonia
que a su razón le hace las veces de cloroformo.
Alba no escapa de la jaula para sentir la libertad
siente la verdadera libertad entre rejas
con un columpio para dos periquitos en el centro.
Alba no paga deudas, se excita contrayéndolas,
si las paga es porque la moneda de cambio
bursatiliza en la bolsa del sexo.
Tampoco llora por ella, si en ella
no entras tú como unidad.
No es infiel a las cosquillas en la cama,
ni a los zumos de naranja en la cocina
y el sol de las 11 lamiendo sus piernas desnudas
que tu camiseta ancha dejan al deseo
mientras su deseo te lame entero con la mirada.
Dios sabe que si está casada con algo,
es con la tapa del retrete subida
o con renunciar a uno de los lados de la cama.
Y yo, que soy más libre cada día
y me dedico a abrazar la ausencia de una compañía
que me despierte con besos en la nuca,
ni soy Alba, ni quiero volver a serlo jamás.
17 de mayo de 2012
Con cigarras espiando desde la ventana
Cada vez el verano me recuerda más a la noche
y lo único que sé recordar es mi voz suicidándose en la almohada
por no salir su cadáver en las portadas de los periódicos
que los funcionarios mojan en el café de la una.
Y hablando de vicios, o hablando de mí,
he guardado las bragas que no necesitan presentaciones
en veinte kilómetros a la redonda
bien al fondo de un cajón, al lado del sujetador de broche fácil.
Entre otras medidas anticrisis, el dinero que recibo de limosna
ya no acaba en el estómago de una máquina de tabaco de bar español;
y mejor aún, tampoco en olvidarte a 40º de proporción.
Qué jodidamente poco jugo se puede exprimir de la indiferencia
pero su zumo sabe mejor sin azúcar que en disolución con cualquier otra saliva.
y lo único que sé recordar es mi voz suicidándose en la almohada
por no salir su cadáver en las portadas de los periódicos
que los funcionarios mojan en el café de la una.
Y hablando de vicios, o hablando de mí,
he guardado las bragas que no necesitan presentaciones
en veinte kilómetros a la redonda
bien al fondo de un cajón, al lado del sujetador de broche fácil.
Entre otras medidas anticrisis, el dinero que recibo de limosna
ya no acaba en el estómago de una máquina de tabaco de bar español;
y mejor aún, tampoco en olvidarte a 40º de proporción.
Qué jodidamente poco jugo se puede exprimir de la indiferencia
pero su zumo sabe mejor sin azúcar que en disolución con cualquier otra saliva.
10 de mayo de 2012
Prescindiblismo

Estas noches que traen a los murciélagos de duermevela revoloteando en torno a unos ojos que se pierden en el infito de alguna estrella.
Estas noches en que debería estar dedicándome a desatar el deseo apretado contra la cremallera de algún pantalón en lugar de construir principios morales abrazados a la abstinencia.
Estas noches que todos deberíamos saborear derrochando segundos, y minutos, alguna vez.
6 de mayo de 2012
Por no fumarme más cigarrillos en tu cama
Llegué con tres mentiras:
la del amor, la de la felicidad y la de la eternidad
y me destrozó la facilidad con que te creíste las tres.
Y empezabas a confundirte en mi boca
mientras me odiaba por no pensar en tus labios.
Volví de prostituir miradas en las fachadas de otra ventana
que no era por la que me asomaba desnuda de noche
después de haberme dejado la piel en tu cama.
Y cada vez me dolían más nuestros silencios
porque no fui capaz de decírtelo todo callada,
y necesité hablar para evitar no decirte nada
y fingir decirte algo.
Así que seguí tiñendo tus sábanas de ganas
cuando mis ganas estaban tras la fachada de otra ventana
que no era por la que una y cuatro veces
se nos escapó el color de la voz.
Y ahora quiero caerme de rodillas
como no me caí cuando salí de tu vida.
Evito la humillación de los espejos cuando añoro
la saliva en el cuello que me quitaba cuando no mirabas,
y otras tantas cosas en otros tantos lugares
que la FOX censura en horario infantil.
Casi evito dirigirme a nadie
por vergüenza a que alguien pronuncie mi nombre
cuando ahora que ya te he destrozado
solo quiero que me pronuncie tu voz, a gritos de placer,
tras la fachada de tu ventana.
la del amor, la de la felicidad y la de la eternidad
y me destrozó la facilidad con que te creíste las tres.
Y empezabas a confundirte en mi boca
mientras me odiaba por no pensar en tus labios.
Volví de prostituir miradas en las fachadas de otra ventana
que no era por la que me asomaba desnuda de noche
después de haberme dejado la piel en tu cama.
Y cada vez me dolían más nuestros silencios
porque no fui capaz de decírtelo todo callada,
y necesité hablar para evitar no decirte nada
y fingir decirte algo.
Así que seguí tiñendo tus sábanas de ganas
cuando mis ganas estaban tras la fachada de otra ventana
que no era por la que una y cuatro veces
se nos escapó el color de la voz.
Y ahora quiero caerme de rodillas
como no me caí cuando salí de tu vida.
Evito la humillación de los espejos cuando añoro
la saliva en el cuello que me quitaba cuando no mirabas,
y otras tantas cosas en otros tantos lugares
que la FOX censura en horario infantil.
Casi evito dirigirme a nadie
por vergüenza a que alguien pronuncie mi nombre
cuando ahora que ya te he destrozado
solo quiero que me pronuncie tu voz, a gritos de placer,
tras la fachada de tu ventana.
4 de mayo de 2012
Ni canciones, ni versos, ni nada.
Ni siquiera te mereces estas primeras palabras.
Ni tú ni tu arrogante rastro de cardenales en mi piel
que el desagüe de la ducha no consigue tragarse con el agua quemada;
aunque haga semanas que no me has tocado.
¿Lo habrás hecho en tu triste vida?
No recuerdo haber reconocido en tu estantería la serie
'100 recetas para cocinar el calor de una mujer'
ni siquiera junto a algún disco de Sabina.
Y en la mía tampoco, no recuerdo la última vez que atardecía
un agosto sin temblores a falta de tu chaqueta sobre los hombros.
Ni lo recuerdo, ni sé recordarlo desde que tu nombre
monopoliza mi desgarro.
Confundo hasta el momento en que pasé
de despertar empapada entre meados
a despertar empapada en tu dolor oprimiéndome las costillas,
desgarrando el silencio del sueño tranquilo.
No entiendo con qué combustible barato me seguía funcionando el corazón
si en tu maleta -entre tus pantalones y tus corbatas-
colocaste la última bocanada del tosco oxígeno que podía mantenerme con vida,
y sólo dejaste una caja de preservativos vacía.
Ya no sé si te odio más a ti por haberme conocido
o a mi por haberte dejado hacerlo con gusto y facilidad.
La misma con la que me quitabas las bragas.
Al menos si ahora utilizas la nata para algo más que cocinar
no va a iniciarse con mis desnudos
ni va a finalizar en los espasmos de tu espalda arqueándose sobre mi vientre.
Prefiero no pensar en lo mucho que enriquecerás a scottex
necesitando desahogar el recuerdo de mi pelo enmarcando una cara de placer
con tu nombre resonando a distintas notas de voz.
Más que pena, me haría gracia contar las veces
que te equivocarás gritando nombres en un orgasmo
por que las va a haber
¿de verdad piensas que mi falda andaría dando vértigos
por alguno de los cuchitriles en que me vas a buscar?
¿o que volvería a tu cama con la facilidad que lo harán
esas pobres ilusas bajas de autoestima?
(...otra vez?)
Ve buscando garaje en el barrio de la inexistencia
es donde pienso no escribirte cartas, ni canciones, ni versos, ni nada.
Ni tú ni tu arrogante rastro de cardenales en mi piel
que el desagüe de la ducha no consigue tragarse con el agua quemada;
aunque haga semanas que no me has tocado.
¿Lo habrás hecho en tu triste vida?
No recuerdo haber reconocido en tu estantería la serie
'100 recetas para cocinar el calor de una mujer'
ni siquiera junto a algún disco de Sabina.
Y en la mía tampoco, no recuerdo la última vez que atardecía
un agosto sin temblores a falta de tu chaqueta sobre los hombros.
Ni lo recuerdo, ni sé recordarlo desde que tu nombre
monopoliza mi desgarro.
Confundo hasta el momento en que pasé
de despertar empapada entre meados
a despertar empapada en tu dolor oprimiéndome las costillas,
desgarrando el silencio del sueño tranquilo.
No entiendo con qué combustible barato me seguía funcionando el corazón
si en tu maleta -entre tus pantalones y tus corbatas-
colocaste la última bocanada del tosco oxígeno que podía mantenerme con vida,
y sólo dejaste una caja de preservativos vacía.
Ya no sé si te odio más a ti por haberme conocido
o a mi por haberte dejado hacerlo con gusto y facilidad.
La misma con la que me quitabas las bragas.
Al menos si ahora utilizas la nata para algo más que cocinar
no va a iniciarse con mis desnudos
ni va a finalizar en los espasmos de tu espalda arqueándose sobre mi vientre.
Prefiero no pensar en lo mucho que enriquecerás a scottex
necesitando desahogar el recuerdo de mi pelo enmarcando una cara de placer
con tu nombre resonando a distintas notas de voz.
Más que pena, me haría gracia contar las veces
que te equivocarás gritando nombres en un orgasmo
por que las va a haber
¿de verdad piensas que mi falda andaría dando vértigos
por alguno de los cuchitriles en que me vas a buscar?
¿o que volvería a tu cama con la facilidad que lo harán
esas pobres ilusas bajas de autoestima?
(...otra vez?)
Ve buscando garaje en el barrio de la inexistencia
es donde pienso no escribirte cartas, ni canciones, ni versos, ni nada.
24 de abril de 2012
Por no beber más vodka de extraños
Aquí pensándote, que voy a acabarme esta colilla sentada en la terraza que da a la calle
con la camiseta colgando de alguna lámpara
y tú no vas a salir a gritarle al vecino que deje de mirar el torso de tu chica desnudo
ni a devolverme la camiseta
aunque pensases volverla a colgar de la lámpara segundos más tarde; y dejarla ahí oscilando sobre largos jadeos.
Así que estrujo mis ganas contra el cenicero
y por si reduerdas dónde vivo, me fumo otro más.
con la camiseta colgando de alguna lámpara
y tú no vas a salir a gritarle al vecino que deje de mirar el torso de tu chica desnudo
ni a devolverme la camiseta
aunque pensases volverla a colgar de la lámpara segundos más tarde; y dejarla ahí oscilando sobre largos jadeos.
Así que estrujo mis ganas contra el cenicero
y por si reduerdas dónde vivo, me fumo otro más.
15 de abril de 2012
-Tus llaves.
Confío en que algún día
te resulte raro no despertar con mis medias en el suelo
y al entrar en tu cocina
calcules mal la cantidad de café para uno.
Confío en que algún día
te sobre espacio en la almohada
y encuentres que de las veinticuatro horas del día
te aburren más de la mitad.
Confío en que algún día
no encuentres utilidad al vaso de cepillo de dientes
y que al abrir el cajón de tu cómoda
te topes con demasiados condones caducados.
Sé que las colillas dejarán menos daño en tus pulmones
del que te va a dejar el respirar mi piel lejana en tus sábanas
y sé que empezarás a conducir
buscando curvas que te provoquen más adrenalina
que el riesgo de mi cintura y mis piernas
y sé que no serás lo suficientemente inteligente
para aprender que la felicidad no está en el fondo
de tus cubatas de discoteca
y que volverás a barrer las caricias de una mujer
que adoraría mantener tu casa limpia
y que te perderás en moteles con putas
mientras tus hijos te esperan con los deberes del cole.
No apliques la lógica,
ninguno de estos versos
es quien empaqueta mis maletas,
es que aún conociendo mis numerosas alergias
dejabas las ventanas abiertas
como me dejabas desangrarme entre tus manos
buscando ocupación para la tarde de un domingo.
te resulte raro no despertar con mis medias en el suelo
y al entrar en tu cocina
calcules mal la cantidad de café para uno.
Confío en que algún día
te sobre espacio en la almohada
y encuentres que de las veinticuatro horas del día
te aburren más de la mitad.
Confío en que algún día
no encuentres utilidad al vaso de cepillo de dientes
y que al abrir el cajón de tu cómoda
te topes con demasiados condones caducados.
Sé que las colillas dejarán menos daño en tus pulmones
del que te va a dejar el respirar mi piel lejana en tus sábanas
y sé que empezarás a conducir
buscando curvas que te provoquen más adrenalina
que el riesgo de mi cintura y mis piernas
y sé que no serás lo suficientemente inteligente
para aprender que la felicidad no está en el fondo
de tus cubatas de discoteca
y que volverás a barrer las caricias de una mujer
que adoraría mantener tu casa limpia
y que te perderás en moteles con putas
mientras tus hijos te esperan con los deberes del cole.
No apliques la lógica,
ninguno de estos versos
es quien empaqueta mis maletas,
es que aún conociendo mis numerosas alergias
dejabas las ventanas abiertas
como me dejabas desangrarme entre tus manos
buscando ocupación para la tarde de un domingo.
11 de abril de 2012
Y ahora no me preocupa otra cosa
que la humillación de quien sale desnudo a la plaza mayor
y murmullos preguntan en voz alta señalando
qué demonios me hizo creer que con la piel expuesta iba mejor;
cuando hasta los pájaros saben
que fueron tus manos quienes se llevaron mi ropa,
que fueron tus manos quienes se llevaron mi ropa,
y con ellas las ganas de volverme a vestir.
Y es mi culpa que tu lengua sepa a caramelo,
que tus pantalones te sienten mejor a los pies de mi cama
y que tu peso sobre mi pecho me envuelva con más calidez
de lo que mi madre hacía al arroparme.
Y es mi culpa que las calles reverberen el eco
que tus pasos y los míos algún día dejaron en la misma acera
o sentirte pellizcar mis mejillas sin que nadie más que yo
sea capaz de verte hacerlo.
Me llevo bien con la soledad,
es a tu ausencia a quien odio.
4 de abril de 2012
Hola señor cafetero, ¿desea usted más té?
Estos momentos en los que me remito a Kant más que nunca y me debato entre la humillación y el silencio; sin poder parar de preguntarme por qué diantres el código penal no se extiende más allá de lo civil. Cuatro días no me parecen suficientes para apagar el sistema motivacional de recompensa.
26 de marzo de 2012
Algo así debió sentir Dumbo con Jack's
En estado de tortuga la saturación desbloquea la carpeta donde se archiva la coherencia. Un paraguas bajo el que me empapo me protege de un áspero cielo seco hace estaciones, mientras aplasto charcos que salpican huracanes a los chasis de los monobuses. Siempre me gustaron las botas impermeables.
Casi respiro el tufazo a maría que emana de la azotea, y me divierto, imaginando la clase de orgías animales que tendrán allí arriba perezosos bichitos amorfos. -si Cajal levantara cabeza... probablemente no sería para leer esto-. No parece que las nubes estén por la labor de hacer otra cosa. Y el jodido Pepito Grillo revolcándose con una mulata en Honolulú. Como si lo viera.
25 de marzo de 2012
Sueño
No cede a la voluntad de sus fatigados párpados, pues en la inconsciencia no es dueña de lo que ve, sino esclava de la aleatoriedad paranoica de su subconsciente. Prefiere seguir inventando caricias de porcelana y pupilas que se abrazan en la alta mar de unas sábanas de lino, al dulce naufragio del aquí y ahora; en un ahora que carece de eventualidad en el tiempo, solo existe en el espacio, en el espacio de sus sinapsis.
22 de marzo de 2012
Consigo atisbar la luz al final de la nada,
una destrozada parte de mí araña y desgarra por ascender hasta ella,
golpea los barrotes que adictivos recuerdos tras la nieblay una colonia de hombre han forjado;
y su voz queda sofocada con la vuelta del éxtasis que provoca
la insostenible esperanza de que la luz se halle en el vacío, en el hambriento súcubo de la oscuridad.
Solo espera ya rendida el día que cumpla su condena,
consciente de que seguirá encarcelada aún cuando esta pase.
una destrozada parte de mí araña y desgarra por ascender hasta ella,
golpea los barrotes que adictivos recuerdos tras la niebla
y su voz queda sofocada con la vuelta del éxtasis que provoca
la insostenible esperanza de que la luz se halle en el vacío, en el hambriento súcubo de la oscuridad.
Solo espera ya rendida el día que cumpla su condena,
consciente de que seguirá encarcelada aún cuando esta pase.
16 de marzo de 2012
Insolvencia cíclica
Luchas interminables sobre mis verdaderas conveniencias de inversiones.
De nuevo en números rojos,
excedí insensatamente el fondo de ilusiones de algún inocente acreedor,
llevándome una vez más a la quiebra.
Un fiasco, ya casi había pagado mi última hipoteca.
Otra vez tendré que huir de la zona.
7 de marzo de 2012
Laberinto sin calles
Miradas vacías, si la suerte se digna a mirar. Un horrible latido sano, corazón al ritmo de ningún nombre. La esencia de su presencia la abandonó hace ya mucho, y aún sigue ferviente en ella, pelea por sobrevivir en sus deseperados intentos de reencontrarlo en un lugar que él mismo dejó desierto para siempre.
Largas horas sumida en la esquizofrénica alucinación de su sombra escondida en ninguna parte; pero ahora camina despacio, pensativa entre las enmudecidas llanuras arenosas buscando, quizás solo recordar, quizás revivir lo recordado, pero nunca escapar del desierto. Se estaba demasiado bien aquí.
Largas horas sumida en la esquizofrénica alucinación de su sombra escondida en ninguna parte; pero ahora camina despacio, pensativa entre las enmudecidas llanuras arenosas buscando, quizás solo recordar, quizás revivir lo recordado, pero nunca escapar del desierto. Se estaba demasiado bien aquí.
Replay mode on
Cálidamente acomodada en la butaca de un palco íntimo;
contemplo con nostalgia el vasto anfiteatro que ante mí se abre.
Una considerable capa de polvo cubre el escenario;
y sin embargo,
disfruto una y otra vez de la función.
Esfuerzo de corte.
Neblina, una visión de futuro sometida a un borrón oscuro, ante todo incertidumbre y sed de aprendizaje. Todo por la sofisticada evolución de una comunidad de simios, que impone el sudor de fatigadas neuronas a la jerarquía del más fuerte, o quizás sea la jerarquía la que haya evolucionado también. Selección natural, la llaman algunos, yo lo llamo maravilla biológica.
No despego ojos del suelo esperando hallar una piedra bajo la que se esconda la motivación para invertir a largo plazo tan valioso tiempo, cuando el objetivo primordial es la conservación -mediante la transmisión- de unos cuantos genes egoístas. Ciertamente es desalentador el contribuir a la sociedad con tan alto esfuerzo sólo para publicitar mi fertilidad. Todo un camino de distracciones y tragaperras que alivien y camuflen el verdadero y simple propósito de nuestra existencia. Eudemonismo, lo llaman algunos. Yo lo llamo te jodes, es lo que hay.
No despego ojos del suelo esperando hallar una piedra bajo la que se esconda la motivación para invertir a largo plazo tan valioso tiempo, cuando el objetivo primordial es la conservación -mediante la transmisión- de unos cuantos genes egoístas. Ciertamente es desalentador el contribuir a la sociedad con tan alto esfuerzo sólo para publicitar mi fertilidad. Todo un camino de distracciones y tragaperras que alivien y camuflen el verdadero y simple propósito de nuestra existencia. Eudemonismo, lo llaman algunos. Yo lo llamo te jodes, es lo que hay.
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